Tenemos una polera hermosa que compramos en descuento, no encontramos el momento de usarla entonces esta permanece en nuestro closet por meses sin siquiera sacarle la etiqueta, Compramos una falda maravillosa pero al tercer lavado se estropeo, en una vitrina vimos blusas de ensueño a 60% de descuento y la compramos sin siquiera necesitarla, te parece esta historia conocida?, así es , las tendencias de moda cambiantes, el consumo y producción que encasilla la industria de la moda traen consigo consecuencias socioambientales irreparables , siendo la segunda industria más contaminante en la actualidad.

En 2015, la industria textil emitió el equivalente a 1.200 millones de toneladas de CO2, más que las que emitieron el transporte marítimo y la aviación internacional, juntos, según la Agencia Internacional de la Energía. Lo que hace más que evidente la contaminación de la industria textil es una realidad.

Por otro lado, la producción textil arrastra una importante huella hídrica, con un gasto de 93.000 millones de metros cúbicos por año, además de la contaminación que provocan los procesos de tinte y tratado de los tejidos, culpables del 20% de la polución global del agua. Este problema, que afecta a las fuentes de agua naturales, incide en última instancia sobre la salud de las personas que beben, riegan sus cultivos o se relacionan en torno a ese agua, así como de los trabajadores que están en contacto con los contaminantes durante los procesos.

Todo ello conduce a una situación de insostenibilidad, que tampoco es eficiente en el aprovechamiento de los recursos. Se calcula que menos de un 1% del material empleado para la producción de ropa es reciclado para nuevas prendas, lo que representa una pérdida anual de más de 100.000 millones de dólares en materiales.

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Las prendas cada vez duran menos y se fabrican mas

Pese a su multiplicidad de efectos nocivos, en las últimas décadas la producción textil no ha hecho más que crecer. De hecho, en quince años la producción se ha duplicado, pasando de las menos de 50 mil millones de unidades fabricadas en el 2000 hasta las más de 100 mil millones que se pusieron en el mercado en 2015.  Las ventas, como se puede uno imaginar, han crecido paralelamente a la producción, pero el uso por prenda se ha reducido de media un 36%.

Todos estos datos los recoge el informe “Una nueva economía del textil: rediseñando el futuro de la moda”, elaborado por la Fundación Ellen MacArthur como parte de su iniciativa fibras circulares  que busca mostrar el camino hacia una alternativa más sostenible para esta industria. El documento señala que, si continúan las tendencias actuales -basadas en el modelo lineal de producir, usar y tirar-, el impacto del textil sobre la tierra y los recursos podrá ser “potencialmente catastrófico”.

“Si persiste el ritmo actual, para el año 2050 la industria textil habrá usado el 26% del presupuesto de carbono asociado a la meta de los 2ºC”, asevera el informe, y alega que, si queremos mantener el aumento de la temperatura por debajo de los 2ºC para 2100 -que, según el IPCC, ya supondría consecuencias catastróficas para los próximos años- “será crucial abandonar este modelo lineal y derrochador”.

También advierten de que, en un escenario continuista, el número de microfibras de plástico que lleguen a los océanos acumulado entre 2015 y 2050 podrá sobrepasar las 22 millones de toneladas, algo profundamente dañino para los ecosistemas marinos y la seguridad alimentaria de las personas, entre otros.

Cómo cambiar el modelo de la industria textil

La propuesta de la Fundación Ellen MacArthur se resume en cuatro claves:

  1. Abandonar las sustancias “preocupantes” y prevenir la expulsión de microfibras. Para ello sugieren coordinar esfuerzos para innovar en la creación de materiales más seguros
  2. Transformar el modo en que se diseñan, venden y usan las prendas de ropa “para liberarlas de su naturaleza cada vez más desechable”. Se trata de aumentar la media de veces que se usa cada prenda.
  3. Radicalmente mejorar el reciclaje mediante la transformación en el diseño, recogida y el reprocesado de la ropa, pues a día de hoy no se contempla lo que ocurrirá con las prendas una vez éstas una vez terminada su vida útil. Para ello, habrá que estimular la demanda de materiales reciclados a través de “compromisos claros”, y escalar la recogida global.
  4. Hacer efectivo el uso de los recursos -ahorrando agua, materiales, energía- y transitar hacia fuentes renovables. Se estima que sólo los costes de las externalidades negativas impulsarán esta transición hacia un mejor uso de los recursos y mejores prácticas en la producción.

La moda circular como oportunidad

La ropa no es basura, «puede tener hasta siete u ocho vidas más, la tecnología, hoy por hoy, nos permite transformar residuos textiles en hilo reciclado de gran calidad», añade Pablo Ramiro, cuarta generación de la empresa Hilaturas Ferré, que distribuye su producto cien por cien sostenible a Inditex, H&M, Armani o Hugo Boss, empresas que se suman a la moda circular como un valor añadido.

¿En qué consiste la moda circular? El proceso comienza con la recogida de materia prima, «retales, ropa usada y ropa nueva que no se ha vendido, residuos con los que se fabrica un algodón sostenible», dice Ramiro, quien explica que «una vez seleccionada las prendas por colores se cortan en pequeños pedazos para recuperar el algodón».

Después, se combina con otras fibras extraídas de las botellas de plástico hasta conseguir un nuevo hilo, llamado «recover», un producto totalmente sostenible con el que se confeccionan nuevas prendas que se ponen a la venta en puntos donde también se recoge ropa que ya no se utiliza. Y así se cierra el ciclo.

Un dato muy importante, si se tiene en cuenta que al año se consumen entre 80.000 y 100.000 millones de prendas, «unas doce o catorce por persona en el mundo», cuenta la directora de las jornadas «Slow Fashion Next», Gemma Gómez, quien apela a un consumo «responsable de la moda».

Otro de los temas que preocupa en estas jornadas es quién hace la ropa. La sociedad quiere prendas responsables, que estén cosidas con ética, no fruto de la explotación.

Gran parte de la ropa que utilizamos termina en vertederos , en Chile sin embargo, muchas tiendas independientes se han dedicado a entregar una segunda o tercera vida a nuestras ropas viejas, inclusive transformandolas en artículos de uso doméstico, es importante entender que si una prenda ya no la queremos , no solo podemos donarla, también podemos entregarlas a pequeños emprendedores y en conjunto aportar a este cambio , ya que la única forma en que la industria de la moda sea sostenible es reinventándose en pos del cuidado del medio ambiente.

 

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